¿Puede la microbiota ayudarnos a prevenir o reducir las alergias?
Las alergias afectan a millones de personas y su prevalencia sigue en aumento. La ciencia hoy apunta a un actor clave: la microbiota.
Las alergias, tanto respiratorias, cutáneas como alimentarias han aumentado su prevalencia los últimos años, especialmente en países industrializados. Se cree que la microbiota podría jugar un rol fundamental, influenciado por factores medioambientales y dietéticos.
Actualmente se sabe que el microbioma es capaz de modular tanto la respuesta inmune innata —la defensa inmediata y general del organismo frente a cualquier amenaza— como la adquirida, que actúa de manera más específica y genera memoria contra ciertos agentes. Sin embargo, cuando el ambiente cambia y existen factores estresores, este equilibrio puede alterarse, dando lugar a una disbiosis, es decir, un desorden en la composición de las bacterias que rompe la armonía entre las “buenas” y las “malas”.
Esta alteración no se limita solo al intestino, sino que también puede afectar a los microbiomas presentes en la piel, la boca, los pulmones y otras partes del cuerpo.
La disbiosis se asocia a trastornos inflamatorios crónicos de la piel, como la dermatitis atópica y la psoriasis. Por lo tanto, el microbioma puede considerarse un objetivo terapéutico para el tratamiento de enfermedades como la alergia.
¿Qué relación existe entre la microbiota y las alergias?
Aunque la causa del aumento de las alergias sigue sin estar del todo clara, una de las hipótesis más aceptadas es la “Hipótesis de la Biodiversidad”. Esta plantea que el desarrollo de muchas enfermedades, entre ellas las alergias, puede atribuirse a la falta de exposición a las bacterias adecuadas.
En este sentido, existe consenso en que las alteraciones en la diversidad bacteriana —principalmente intestinal— son una de las razones más relevantes detrás del aumento en su incidencia en los últimos años.
Diversos estudios han demostrado que la colonización temprana de la microbiota en el recién nacido influye en el riesgo de desarrollar alergias a largo plazo, especialmente las alimentarias. De hecho, se ha observado que una mayor diversidad microbiana se asocia con una menor probabilidad de presentar algún tipo de alergia, siendo las más estudiadas las relacionadas con huevo, leche, maní y soya, entre otras. Esto convierte a la primera infancia en una ventana crítica para la conformación de la microbiota que acompañará a la persona durante su vida adulta.
Sin embargo, las alergias alimentarias representan solo una parte del problema. También las alergias respiratorias, muy frecuentes en esta época del año, se han vinculado a la disbiosis intestinal. La más común es la rinitis alérgica, que afecta aproximadamente a un 30% de los adultos y hasta un 40% de los niños en algún momento de su vida.
La relación entre microbiota y alergias respiratorias ha sido respaldada por estudios clínicos. Por ejemplo, se ha observado que los niños criados en zonas rurales presentan una menor incidencia tanto de asma como de rinitis alérgica, lo que se atribuye a su exposición constante a una mayor diversidad microbiana presente en animales y en el entorno.
Por otro lado, se ha descrito una fuerte asociación entre el uso de antibióticos durante los primeros 12 meses de vida y un mayor riesgo de desarrollar asma en la infancia.
¿Cómo cuidar tu microbiota y reducir el riesgo de alergias?
Dada la estrecha relación entre la salud intestinal y las alergias de todo tipo, la microbiota se ha convertido en un objetivo terapéutico clave para la prevención y tratamiento de estas condiciones, donde distintas intervenciones podrían intentar modular la respuesta y el equilibrio bacteriano.
Una de las estrategias más estudiadas es el uso de probióticos como modulador de la microbiota intestinal. Diversas investigaciones sugieren que ciertas cepas de Lactobacilos y Bifidobacterias podrían ayudar a regular la respuesta inmune, disminuir la inflamación y contribuir a la prevención y el manejo de alergias.
Este efecto siempre dependerá de distintos factores, como: la cepa específica, la dosis, el tiempo de uso y las características individuales de cada persona y su microbiota.
Además de los probióticos, otras líneas de investigación han estudiado los prebióticos (fibras que alimentan a las bacterias beneficiosas) y los simbióticos (combinación de ambos), mostrando también resultados prometedores en la reducción de síntomas alérgicos.
Aunque aún queda camino por recorrer en la investigación, hoy sabemos que cuidar nuestro microbioma con hábitos saludables puede marcar una diferencia en cómo nuestro cuerpo responde a las alergias.
¿Quieres saber más sobre cómo cuidarte de las alergias?
Mira nuestro artículo 👉 El impacto de la vitamina C en la lucha contra las alergias: Lo que necesitas saber.
Referencias
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